Y quien pregunta quién está detrás de una canción, de un instrumento?
Y quien pregunta sobre la muza de la canción antes de apropiarse como banda sonora de su vida?
Y si simplemente, dejamos el afán egoísta de decir: “conozco al artista” y logremos conocer a la persona, si evitamos forzar lazos a cuenta de satisfacer el ego jactándonos de capacidades ajenas.
Es evidente, este sentir en canciones como el cantante de Héctor Lavoe:
“Y nadie pregunta
si sufro si lloro
si tengo una pena
que hiere muy hondo.”
O para no ir lejos, en nuestro folklor vallenato, sentimiento de incomprensión sobre la labor de ser artista de parte del público. Mi hermano y yo de los Hermanos Zuleta:
“Muchas veces que la gente no sabe
Que ratos tan amargos por culpa del folklore
Sin embargo soy un hombre incansable
Y vivo enamorado de mi pobre acordeón
Así mismo bastantes cosas grandes
Momentos agradables
y ratos de derroche
de una parranda buena
al lao de Andrés Becerra
y al lao de Poncho Cotes.
Quizás cuantas noches he visto salir
La luna radiante por la madruga´
Quizás cuantas noches sin poder dormir
A veces con ganas de irme a acostar
Se sufre, se goza y se vive feliz
Hay ratos solemnes y otros de agonía
Y muchas veces triste
Y así la gente dice
Que todo es alegría”
Todos queremos hacernos amigos de los artistas, pero en el camino terminamos olvidando que hay que ofrecer amistad a esas personas por lo que crean arte, pero también por su cotidiano, por su humanidad, por su carisma, por ser un humano cualquiera.
Por todo esto ¡gracias Leo! Hoy no celebro tu música o tu bajo, sino la buena persona que sós.
Querer hacer las cosas bien y con calidad, hace que el camino sea lento, pero seguro.
Te siento cercano, pero decirte amigo es un privilegio que el tiempo quiero que me confirme
Un abrazo.
vamo' equipo!
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